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Viviendo tu enfermedad
Entendiendo
el TDAH
El TDAH es mucho más que distracción o inquietud. En esta página vas a encontrar información clara y confiable para entender qué es, por qué ocurre, cómo se manifiesta y qué herramientas existen para acompañar a quienes lo viven. Porque comprender el TDAH es el primer paso para derribar mitos y empezar a apoyar con empatía.
¿Qué es el TDAH?
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Una manera distinta de procesar el mundo
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, o TDAH, es una condición del desarrollo del cerebro que afecta la forma en que algunas personas prestan atención, controlan sus impulsos y, en algunos casos, regulan su nivel de energía o actividad.
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo: un término que usamos para describir condiciones que afectan el crecimiento y funcionamiento del cerebro desde etapas tempranas de la vida.
No es una enfermedad ni un problema de conducta. Tampoco se debe a una falta de esfuerzo o voluntad. Es una forma diferente de procesar la información y responder al entorno, que puede generar dificultades, pero también habilidades valiosas cuando se comprende bien.
Muchas personas con TDAH son creativas, intuitivas y muy resilientes. El desafío está en conocer cómo funciona su mente y brindar el acompañamiento adecuado.
¿De dónde viene el TDAH?
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Causas, mitos y lo que hoy sabemos
Aunque no existe una sola causa, la ciencia ha demostrado que el TDAH tiene una base biológica. No se produce por “falta de límites”, ni por ver televisión o consumir azúcar en exceso. Y sobre todo: no es culpa de los padres.
Estas son algunas de las principales causas que se han identificado:
- Factores genéticos: el TDAH suele darse en familias, lo que indica una influencia hereditaria. La genética cumple un rol clave: muchos estudios muestran que el TDAH puede transmitirse de una generación a otra. Es común encontrar síntomas similares en padres, hermanos u otros familiares. Heredar una predisposición no significa tener los mismos síntomas ni con la misma intensidad, pero conocer este componente ayuda a dejar atrás culpas infundadas.
- Diferencias en el funcionamiento cerebral: ciertas áreas del cerebro relacionadas con la atención y el autocontrol funcionan de forma distinta.
- Factores durante el embarazo o el nacimiento: como exposición a sustancias tóxicas, bajo peso al nacer o nacimiento prematuro.
Desmentir mitos es parte del camino. Entender que el TDAH tiene una base médica ayuda a quitar la culpa y abrir paso a un acompañamiento más empático.
¿Sabías que…?
¿Cómo se ve el TDAH en la vida real?
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Síntomas que muchas veces se malinterpretan
El TDAH puede presentarse de formas muy diferentes según la persona y su etapa de vida. Por eso, muchas veces se confunde con desinterés, rebeldía o desorganización, cuando en realidad se trata de una condición que necesita apoyo específico.
Antes de continuar, es importante tener en cuenta que no alcanza con presentar uno o dos síntomas aislados para hablar de TDAH. Para que se considere un diagnóstico, estos comportamientos deben ser persistentes en el tiempo, aparecer en más de un entorno (como la casa, la escuela o el trabajo) y afectar significativamente la vida diaria de la persona.
Existen tres tipos principales de TDAH, según el grupo de síntomas que predomina:
1. Predominio de inatención:
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Algunos signos frecuentes son:
- Dificultad para concentrarse o mantenerse enfocado.
- Pérdida frecuente de objetos o materiales.
- Errores por descuido en tareas escolares o laborales.
- Olvido de citas, fechas o responsabilidades.
- Evitación de tareas que requieren esfuerzo mental sostenido.
2. Predominio de hiperactividad/impulsividad:
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Los síntomas más comunes son:
- Moverse constantemente, incluso en situaciones donde se espera estar quieto.
- Interrumpir conversaciones o responder sin esperar el turno.
- Sentirse inquieto o tener dificultad para relajarse.
- Hablar en exceso o con dificultad para frenar ideas o comentarios.
3. Combinado:
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Se observan síntomas de ambos grupos.
En la infancia, el TDAH puede notarse como inquietud constante o dificultades en el aula. En la adolescencia, como impulsividad, baja tolerancia a la frustración o desorganización. En la adultez, puede manifestarse como olvido de tareas, dificultad para priorizar o sensación de estar siempre sobrepasado.
El rol de la escuela frente al TDAH
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El TDAH puede pasar desapercibido o confundirse con otras conductas. La escuela, como espacio clave en el desarrollo del niño, tiene un papel fundamental en su detección y acompañamiento. Con un entorno adecuado y el apoyo de docentes capacitados, es posible mejorar el aprendizaje, la autoestima y la convivencia escolar.
Signos en el entorno escolar : (13)
Un docente puede sospechar la presencia de TDAH si observa con frecuencia en un alumno:
- Dificultad para mantener la atención y evitar distracciones.
- Necesidad constante de moverse o estar inquieto.
- Cometer los mismos errores repetidamente.
- Rechazo o desinterés por tareas que exigen esfuerzo mental.
- Cambios en el rendimiento sin causa aparente.
- Desorganización en trabajos o materiales.
- Impulsividad, como responder antes de terminar la pregunta.
- Bajo rendimiento en relación a su capacidad.
¿Cómo se diagnostica el TDAH?
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Más allá de un “niño inquieto” o un “adulto distraído”
Diagnosticar el TDAH requiere una evaluación clínica cuidadosa. No se puede determinar sólo por una observación rápida o por un test online.
El proceso de diagnóstico suele incluir:
- Entrevistas clínicas con la persona, su familia y, en el caso de niños, también con docentes.
- Cuestionarios estandarizados, que ayudan a identificar la frecuencia y el impacto de los síntomas.
- Evaluación de antecedentes médicos y familiares.
- Observación de los síntomas en distintos ámbitos: hogar, escuela, trabajo.
El diagnóstico de TDAH se basa en criterios establecidos por guías internacionales, como el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). Según este manual, los síntomas deben haber comenzado antes de los 12 años, y no pueden explicarse mejor por otra condición. Además, deben observarse en al menos dos contextos diferentes (como el hogar, la escuela o el trabajo) y afectar de forma significativa el funcionamiento diario de la persona.
Opciones de tratamiento
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Herramientas para vivir mejor
El tratamiento del TDAH es integral y personalizado. No existe una única receta para todos, y suele combinar distintas estrategias según la edad, el contexto y las necesidades de cada persona.
Algunas opciones frecuentes incluyen:
- Acompañamiento psicológico, especialmente con terapia cognitivo-conductual, que ayuda a identificar pensamientos automáticos, manejar emociones, y adquirir habilidades para la organización y la planificación.
- Apoyo educativo o psicopedagógico, que brinda herramientas prácticas para mejorar el rendimiento escolar o laboral.
- Tratamiento farmacológico, prescrito y monitoreado por un médico, que puede mejorar la concentración y reducir la impulsividad. Se utilizan medicamentos seguros y con respaldo científico, ajustados cuidadosamente a cada caso.
- Orientación familiar, para que padres, madres o cuidadores entiendan mejor el TDAH y aprendan a acompañar de forma empática, firme y comprensiva.
El objetivo no es “normalizar” a la persona, sino ayudarla a desplegar su potencial con el apoyo adecuado.
TDAH en adultos: cuando el ruido interno no desaparece
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El TDAH no se queda en la infancia. Aunque se origina en los primeros años de vida, puede continuar en la adultez, muchas veces sin haber sido diagnosticado en etapas anteriores. De hecho, para algunas personas, el diagnóstico recién llega cuando ya son adultos, y encuentran por fin una explicación a muchas de sus dificultades de siempre.
En la adultez, los síntomas pueden cambiar de forma, pero no desaparecen. La hiperactividad visible en la niñez, por ejemplo, suele transformarse en inquietud interna o sensación constante de no poder parar. A eso se suman los desafíos propios de esta etapa: manejar el tiempo, sostener un trabajo, cuidar de una familia, organizar la economía personal.
¿Cómo puede manifestarse el TDAH en adultos?
- Dificultad para concentrarse o completar tareas.
- Problemas para organizarse o llegar a tiempo.
- Impaciencia, impulsividad o cambios de humor repentinos.
- Pérdida frecuente de objetos importantes (llaves, teléfono, billetera).
- Dificultad para seguir instrucciones, devolver llamados o pagar cuentas.
- Inquietud constante o necesidad de estar siempre en movimiento.
Estas dificultades no son sinónimo de pereza ni de desinterés. Pero pueden generar frustración, baja autoestima y sensación de estar siempre “por detrás”, especialmente cuando no hay apoyos.
Además, el TDAH en adultos puede confundirse con otras condiciones, como ansiedad, depresión o trastornos por consumo de sustancias. (11)
Por eso, el diagnóstico debe hacerlo un profesional especializado, idealmente revisando también antecedentes escolares o familiares que permitan confirmar que los síntomas estaban presentes desde antes de los 12 años.
¿Qué se puede hacer?
El tratamiento en adultos puede incluir terapia psicológica, entrenamiento en habilidades de organización, manejo del tiempo y acompañamiento en relaciones interpersonales. En algunos casos, también se indica medicación. (12)
Una invitación a mirar con otros ojos
El TDAH no te define, pero entenderlo cambia todo
Recibir un diagnóstico de TDAH puede ser un antes y un después. No porque cambie quién eres, sino porque te da una nueva forma de entenderte y empezar a cuidar lo que necesitas.
Informarte es el primer paso. Pedir ayuda, el segundo. Y desde ahí, todo puede empezar a ordenarse de otra manera.
Referencias
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- Escofet Soteras C, Fernández Fernández MA, Torrents Fenoy C, Martín del Valle F, Ros Cervera G, Machado Casas IS. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Protoc Diagn Ter Pediatr. 2022;1:85–92. Disponible en: https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/09.pdf
- Child Mind Institute. Guía para padres sobre el TDAH [Internet]. 2023 [consultado junio 2025]. Disponible en: https://childmind.org/es/guia/guia-para-padres-sobre-el-tdah/
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- López Villalobos JA, Morales Hidalgo P, Vilagut G, Salazar JD, Almenara J, Forero CG, et al. Trastorno por déficit de atención/hiperactividad en niños y adolescentes: prevalencia y factores asociados en una muestra representativa de población general española. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc). 2021 Jan-Mar;14(1):4–14. doi:10.1016/j.rpsm.2020.06.001. Disponible en: https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1139-76322021000100006
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Material dirigido a público en general, con fines educativos.
